Ilustración por "Devotio Ibérica" |
Cuando hablamos de animales simbólicos y místicos se suele mencionar al lobo, al jabalí, al cuervo y al buitre e incluso el león. Pero, olvidamos a uno de los animales más icónicos de nuestra península, el Lince ibérico. Esto puede ser a causa de la aparente inexistencia de representaciones de este animal en la antigüedad (investigando no lo hallamos ni en pinturas cerámicas, relieves o estatuas), dando a entender que quizás el lince no tuvo una “relevancia privilegiada” para nuestros ancestros (o simplemente aún está por descubrirse algún tipo de iconografía referente a él). Aunque este fuera el caso, que este animal no gozara de gran importancia para nuestros antepasados iberos, eso no cambiaría el hecho de que el Lince merece nuestro respeto y su “sacralización”, él, es ya un símbolo de nuestra tierra, y que considero que transmite ciertos valores a tener en cuenta. El Lince Ibérico, en nuestra actualidad, nos evoca un símbolo de lo indómito, de la belleza. En él podemos encontrar de forma simbólica valores positivos, voy a destacar de modo muy personal lo que veo en este indómito animal:
. Pulcritud; Su imagen es siempre aseada, recordándonos la importancia del cuidado de nuestro cuerpo. Buscando igualmente un equilibrio entre la fuerza y la agilidad.
. Temple; Su mirada que en estado de relajación inspira la “serenidad del alma” y cuando está furibundo evoca al “valor guerrero”, transmitiendo un mensaje; “dependiendo de la situación, un comportamiento acorde”.
. Indómito; Su naturaleza indómita reconforta el sentimiento de mantener siempre una parte “salvaje” que nos ayude a valernos por nosotros mismos y no depender siempre de otros. Es un ejemplo de supervivencia.
. Territorialidad; Es una animal muy territorial, llegándose a enfrentar incluso con animales mayores que él (se ha dado el caso de enfrentamientos con lobos) y nos da una lección de que se debe defender lo nuestro con “uñas y dientes”.
Considerado como un animal solitario, el Lince no depende de un grupo, es amo y señor de su destino, y en su hábitat natural es capaz de sobrevivir de forma eficiente él solo, aunque se pueda entender esta “soledad” como algo negativo, debemos percibirlo con una perspectiva simbólica e inspirarnos para no depender siempre del grupo. Tampoco olvidar que, aun su soledad, jamás descuidan su deber reproductivo. Aunque debemos ser conscientes que por causas como la caza furtiva, los atropellos, los envenenamientos, entre otros peligros, hizo menguar mucho la población del Lince hasta casi su extinción. Su antaño dominio, que se extendía por toda la península, ahora es un reducto de pocos ejemplares en zonas muy delimitadas y escasas. Por ello agradecer la gran labor de todas aquellas personas y proyectos que protegen a este animal.
¡Larga vida al Lince Ibérico!
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