miércoles, 28 de octubre de 2020

Sobre Samaín (Día de los ancestros)

La fecha en la cual celebramos Samaín (o día de los ancestros, como yo prefiero llamarlo) nos advierte de unos cambios que suceden en la naturaleza: los días ya están acortándose desde hace un tiempo atrás y nos adentramos en la etapa más oscura del año. La vida desciende a un letargo temporal. Por todo ello, esta fecha se debe de considerar como el “fin de año” propiamente dicho, resultando más coherente con los ciclos naturales que la fecha actual (fecha que, recordemos, se estableció por decreto político del Imperio Romano para adelantar sus campañas bélicas en nuestras tierras y otras). Este día o, más concretamente, la noche, la consideramos como un momento de “tránsito”, siendo pues un día “no contado”. Sería así el momento de inflexión del año en el cual todo parece unirse, incluyendo el mundo de los vivos y el de los eternos.

" Todo ha de surgir de forma orgánica según las circunstancias en la que nos encontremos,
 y cada grupo deberá decidir y actuar según su situación y según consideren."

A día de hoy es difícil saber con exactitud qué día se celebraba esta fiesta en épocas prerromanas y cómo se calculaba el día exacto. Mientras que, hoy en día, las fiestas están marcadas de forma rígida según las fechas del calendario gregoriano, antaño las celebraciones coincidían con eventos naturales de fecha más o menos variable como podrían ser los solsticios y equinoccios. Para más inri, a día de hoy la gran mayoría de nosotros estamos limitados por motivos laborales y puede ser que, dadas las circunstancias, no podamos celebrar un evento el día que correspondería de forma natural por tener que madrugar el día siguiente… Teniendo esto en cuenta, ¿cómo podemos hacer para celebrar nosotros estas fiestas? Creemos que lo más conveniente es adaptarnos a nuestros tiempos y calendarios y celebrarlas a “modo cultural”, es decir, en una fecha fija marcada. Esta fecha puede determinarse ya sea por intuición o por "estudio", según creamos apropiado. Luego las experiencias “místicas” ya se manifestarán cuando deban según los ciclos naturales.

La festividad no debe cargarse de grandes artilugios ni parafernalia. No debe ser una celebración teatralizada, sino algo honesto y genuino que salga de nosotros y el sentimiento de cariño y aprecio por las generaciones pasadas, desde nuestros padres y abuelos hasta aquellos desconocidos sin nombre siglos y milenios atrás, sin los cuales tampoco estaríamos aquí, ni nuestra cultura sería lo que es. Consideramos que lo mejor para celebrar el día de los ancestros es hacer cosas tan simples como estar en recogimiento con los nuestros, acercarnos a algún lugar donde nuestros ancestros estuvieron y ofrendar o hacer un pequeño ritual simbólico, e incluso acudir a las tumbas de nuestros fallecidos, y, por qué no, servir alimento y bebida en la mesa donde vayamos a comer para que quien nos visite se sienta acogido. Si en un futuro se volviera a estructurar una comunidad real, ya volverían las hogueras, danzas y ritos nacidas de la sensibilidad, la naturaleza y la espiritualidad de la propia comunidad. Todo ha de surgir de forma orgánica según las circunstancias en la que nos encontremos, y cada grupo deberá decidir y actuar según su situación y según consideren.

Muchos no comprenden la importancia del culto de los ancestros, pero es esencial entender que ellos son quienes nos dieron la existencia no solo física, sino también la más valiosa: la inmaterial, los conocimientos, la cultura, la identidad. A priori todas estas cosas pueden darse por hecho y no ser valoradas al considerarse algo que “siempre ha estado ahí”. Pero, ¿por qué ha estado siempre ahí? ¿Gracias a quién? A todas esas generaciones anteriores que, una a una, fueron creando, labrando y perfeccionando todo ello hasta el estado actual en el que lo recibimos. Es a ellos pues a quienes se lo debemos todo. Debemos considerar, además, que una de las mayores honras que les podemos hacer, aparte de recordad su memoria, es extender su linaje a través de la descendencia, continuar activamente esa cadena formada por todos ellos y de la cual nosotros somos el último eslabón hasta la fecha. Una persona sin continuidad no solo destruye su cuerpo y desaparece sin dejar nada, sino que además es culpable de la extinción de un linaje que vino de un pasado remoto, de una gente que se esforzó y sacrificó para que la sangre perdurara eternamente. Nuestros ancestros merecen mucho más que eso.

Como curiosidad, en Cataluña celebramos la “castanyada” o “dia de la castanyera”, en el cual consumimos frutos secos (principalmente y como el nombre indica, castañas), panellets (una masa hecha de almendra y piñones), boniatos, legumbres y fruta desecada que, en origen, parece ser que dichos manjares pertenecían a los alimentos para los difuntos (es decir, ofrendas). Fiestas similares, cuando no idénticas, se observan también en otras partes de la Península Ibérica bajo distintos nombres: magosto, magostu, magüestu, chaquetía, calbote, gaztainerre, castañada… Esta celebración se ha conservado con mayor vitalidad en la zona norte y occidental de la península, a ambos lados de La Raya. La tradición también nos enseña que las castañas eran repartidas por una anciana con apariencia humilde y “rural”, ataviada con pañuelo en la cabeza. En esta fiesta en su conjunto vemos una reminiscencia de algo muy antiguo que ha perdurado a lo largo de los siglos. Así pues, nosotros usamos esta fiesta popular como eje de conexión y celebración de aquellos que estuvieron antes de nosotros y a quien debemos nuestra existencia.


Castañera Fuente Imagen: Wikipedia (Dominio público)

Os animamos a recuperar Samain (o día de los ancestros) en vuestro hogar.


"Debemos considerar, además, que una de las mayores honras que les podemos hacer, aparte de recordad su memoria, es extender su linaje a través de la descendencia, continuar activamente esa cadena formada por todos ellos y de la cual nosotros somos el último eslabón hasta la fecha. Una persona sin continuidad no solo destruye su cuerpo y desaparece sin dejar nada, sino que, además, es culpable de la extinción de un linaje que vino de un pasado remoto, de una gente que se esforzó y sacrificó para que la sangre perdurara eternamente"

viernes, 9 de octubre de 2020

Visita al museo de La Vila Joiosa (Alicante)




El pasado sábado 3 de octubre, visitamos el museo de La Vila Joiosa. Originalmente la visita era con motivo de la exposición temporal de instrumentos musicales renacentistas que albergaba el museo, pero, aprovechando la visita, nos tomamos el tiempo para visitar la exposición dedicada a los íberos y los yacimientos ibéricos encontrados en los alrededores

del pueblo. Aunque el museo de La Vila es de un tamaño considerable, hay que decir que las exposiciones son más bien modestas en cuanto a tamaño, lo cual no quita que algunas de las piezas que alberga sean fascinantes. Esta exposición, bajo el nombre “Esclavos de la belleza”, hace un recorrido por el papel de la moda y la estética en el mundo íbero y ya en época posterior a la romanización. Algunas piezas interesantes de la exposición incluyen una reconstrucción de un telar como los que se encontraban en época ibérica, así como vasijas y receptáculos para almacenar los maquillajes de la época. Los paneles informativos entraban en todo lujo de detalles acerca de la elaboración de productos de belleza en la época y el papel que la belleza física desempeñaba en la sociedad íbera. A modo anecdótico nos resultó curiosa la similitud de algunos patrones y prendas con otras posteriores, cuyos ecos aún se pueden apreciar hoy en día en los trajes tradicionales del levante peninsular. Aunque la exposición exhibe muchas reconstrucciones y no tantas piezas originales como acostumbramos en otros museos de la provincia, recomendamos a quienes estén por la zona que se tomen el tiempo para visitarla.