21 de febrero de 2021
Aprovechando que el día se presentaba nuboso y silencioso, decidimos acercarnos a La Serreta, una de las montañas más características de la serranía del norte de Alicante, para ascender a su pico y visitar el yacimiento íbero que allí se encuentra. ¡Cuál fue nuestra sorpresa cuando al llegar vimos que las nubes estaban tan bajas que engullían toda la montaña!
Temprano, envueltos en silencio, serpentinas de neblina corretean entre nuestros pasos y por la vera del camino a medida que comenzamos la subida desde la carretera que une Alcoi con Benilloba. El sendero se abre camino entre pinos y carrascas que tiñen el paisaje de verde oscuro y cenizo, entonando perfectamente con el día. Con todo, los primeros rastros de la primavera se van dejando ver aquí y allá, intuyéndose el despertar que está en camino: el brezo en flor, los primeros brotes en las ramas de algunos arces... Un penetrante olor a tierra húmeda nos deleita, acompañándonos a lo largo de toda la ruta. Si bien la vida vegetal se muestra en todo su esplendor y la paleta de color que tiñe el paisaje es amplia, la vida animal no se hace patente. No cantan los pájaros ni se oyen chasquidos entre el matorral. Tan solo un pequeño ratón de campo se deja ver al intentar trepar por un montículo y resbalarse, desapareciendo entre la maleza en apenas unos segundos.
Temprano, envueltos en silencio, serpentinas de neblina corretean entre nuestros pasos y por la vera del camino a medida que comenzamos la subida desde la carretera que une Alcoi con Benilloba. El sendero se abre camino entre pinos y carrascas que tiñen el paisaje de verde oscuro y cenizo, entonando perfectamente con el día. Con todo, los primeros rastros de la primavera se van dejando ver aquí y allá, intuyéndose el despertar que está en camino: el brezo en flor, los primeros brotes en las ramas de algunos arces... Un penetrante olor a tierra húmeda nos deleita, acompañándonos a lo largo de toda la ruta. Si bien la vida vegetal se muestra en todo su esplendor y la paleta de color que tiñe el paisaje es amplia, la vida animal no se hace patente. No cantan los pájaros ni se oyen chasquidos entre el matorral. Tan solo un pequeño ratón de campo se deja ver al intentar trepar por un montículo y resbalarse, desapareciendo entre la maleza en apenas unos segundos.
"Brezo en flor, anunciando la Primavera" |
En torno a una hora desde el inicio de la caminata y tras pasar varios indicadores que nos guían hasta el yacimiento, el sendero empieza a girar hacia la derecha y el bosque se va quedando atrás hasta salir a un claro, ya casi en la cresta de la montaña. En circunstancias normales, desde aquí tendríamos una vista maravillosa de la comarca del Comtat y del Alt del Benicadell marcando la frontera con la provincia de Valencia, pero hoy solo vemos niebla. Al poco tiempo, el sendero llega a un carrascal precioso y tupido donde encontramos las primeras piedras del yacimiento.
"Nueva vida de entre las ruinas" |
Con calma y respeto,
recorremos todos los restos del antiguo poblado, impresionados por su
magnitud: abarca prácticamente la mitad de la cresta de la sierra,
hasta llegar casi al vórtice geodésico. Entre los restos se
distinguen fragmentos de murallas y las bases de construcciones que
intuimos serían casas, talleres, almacenes… La localización del
poblado es espectacular, construido sobre una zona relativamente
llana y despejada, con vistas abiertas tanto a la ladera norte como a
la sur. De entre algunas rocas del yacimiento han crecido encinas,
aliagas, romero o tillo, dotando de vitalidad y arrancando un poco la
melancolía que envuelve a las piedras derruidas. Ya llegando al
final del yacimiento, encontramos un mojón de grandes dimensiones
que resulta ser un monumento en honor a D. Camil Visedo Moltó,
arqueólogo alcoyano a quien debemos el hallazgo y estudio del
yacimiento. Imponente, sobrio, pero bien integrado en el paisaje, el
monumento preside la cresta de la sierra, llegando a verse desde las
vecinas sierras del Rentonar y la Serrella en un los días
despejados.
"Monumento a D. Camil Visedo Moltó, erigido por el C.A.A." |
El yacimiento de la
Serreta es posiblemente uno de los más importantes del mundo íbero.
Desde que se empezó a excavar a principios del siglo XX, nos ha
brindado auténticas joyas en un estado de conservación impecable.
Algunos ejemplos serían la terracota de la Diosa Madre (deessa
mare de la Serreta d’Alcoi),
que personalmente es una pieza que desde hace años me tiene
enamorado, o el Vaso de los Guerreros (Vas dels guerrers).
Sin embargo, probablemente el hallazgo más importante de este
yacimiento sea el denominado Plomo de la Serreta, con una colección
de inscripciones en lengua ibérica relativamente extensas. Este
plomo ha sido de los más importantes a la hora de estudiar la lengua
ibérica. Si bien la hipótesis vasco-iberista es algo que muchos no
aceptan, nos gustaría señalar a este
artículo del blog De Acedo a Bilbao: claros en el
bosque, en el que se intenta
hacer una aproximación de traducción del contenido de la
inscripción partiendo de raíces lingüísticas del proto-euskera.
Independientemente de lo que uno pueda pensar sobre esta teoría, las
similitudes aparentes llaman la atención y resulta una hipótesis
interesante.
"Boira, silenci i carrasques" |
A medida que pasa el
tiempo, la niebla se va haciendo más densa y nos dificulta el paso.
El pelo y la ropa nos chorrea de la condensación como si hubiésemos
salido de un río, pero aún así intentamos seguir adelante para
buscar un sendero que conecta la cima de la Serreta con la loma del
Ull del Moro. En este paraje se encuentra una roca muy curiosa de la
cual hablaremos en otro artículo. Tan solo mencionar que, si bien la
toponimia de esta zona es rica en referencias a los moros, es
bastante probable que en este caso la toponimia sea más antigua que
la época de la Reconquista. Para saber más sobre esta interesante
teoría, recomendamos la lectura de Las
moras y moros mitológicos,
de D. Daniel Salmador Hernández, publicado por la Asociación Raíz
Ibérica en su serie de Estudios Ibéricos. El ensayo puede
descargarse en PDF de forma gratuita aquí.
Sin
embargo, y pese a nuestro esfuerzo por seguir el sendero, la niebla
acaba jugándonosla y tras muchos intentos no conseguimos dar con él,
dando siempre con parajes intransitables o arriesgados dadas las
circunstancias. Así pues, nos damos la vuelta y volvemos por la
misma senda que tomamos, pasando de nuevo por el poblado íbero y el
frondoso carrascal en la bajada. A medida que la niebla se va
cerrando más y más, el paisaje que apenas unas horas antes habíamos
transcurrido se torna desconocido y adquiere un velo de irrealidad
que hace del paseo una auténtica gozada.
L’ull del moro – Foto por el maravilloso blog Apatita, a falta de una propia (por ahora) ( Creative Common licenses 4.0 ) |
En
este vídeo
subido por el canal Chillin’ Drone se pueden ver algunas
fantásticas imágenes de la zona y del poblado íbero grabadas con
drone y cámara aérea.
Los planos panorámicos en particular son espectaculares.
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